16 de noviembre: Zurich, bella entre las bellas

Penúltimo día en Suiza, estamos en Zurich. El cansancio hace estragos. Además, ha desaparecido el sol y la ciudad está sombría y nublada. Último esfuerzo...

Zurich, la más bonita de todas las ciudades que hemos visitado. Sin duda. Bueno, no cuento los pueblecitos, claro... que tienen otro rollo. Es la más grande de Suiza y el centro financiero: se nota.

Ahora, eso sí, tienen un problema que te cagas con el tráfico: la ruta del bacalao aquí es como la ruta de la seda, con camellos. Hay de todo... menos aviones. Coche, patinete, trolebús, tranvía... ¡¡De todo!! Y claro, cruzar una calle es jugarse la vida: lo mejor es hacerlo con los ojos cerrados.

Bueno, después del mejor desayuno en tierras suizas, nos echamos a la calle para nuestra última aventura por estos lares: bajamos la calle del hotel, la Stampfenbachstrasse y llegamos al río, el cual cruzamos para alcanzar el Landesmuseum, el museo de historia suiza. Seguimos a la derecha, por el rio y llegamos a la calle Mayor de Zurich, la Bahnhofstrasse, repleta de tiendas: lo mejor es recorrerla serpenteando por ese barrio para ver el Urania y edificios adyacentes.

Siguiendo callejeando se llega al barrio antiguo donde destacan las calles escalonadas y empedradas que desembocan en el tesoro de la ciudad: Lindenhof, la colina desde la que se divisa todo Zurich. Merece  la pena visitar esta parte con todas sus callejas y sus enormes iglesias con reloj: impresionante la de St. Peter, con la esfera de reloj más grande de Europa.

Más plazas, calles y edificios que nos hacen llegar a la desembocadura (o nacimiento) del rio Limmat con el lago Zurich. Otro lago. Como siempre, vistas espectaculares.

Cruzamos el rio (o el lago, según se mire) y subimos por la margen derecha en dirección a la catedral, protestante eso sí, que aquí no hablan pero protestan mucho: enorme, con las torres redondeadas, vigila toda la ciudad.

Ahora toca callejear enfrente de ella llegando hasta la Neuermarkt y al volver de ella encontramos el Metzgerei Zgraggen, un garito que hemos leído sirve comida callejera sin que te atraquen. Y es cierto. Incluso está rica. Por cierto, me sigue asombrando que no hay un un puñetero papel en el suelo del local, ni fuera, ni en toda Suiza... y ni una colilla. Son muy distintos estos tipos, en lo bueno y en lo malo.

Salimos y toca cafelito en una placita de al lado con su correspondiente cupcake y su consabido sablazo: estamos de vacaciones, que se le va a hacer.

Y así, andando, andando... llegamos al hotel: circuito completado. Zurich se ve en una mañana, con almuerzo incluido. Ahora, lo de siempre: hotel, COOP, Starbucks y cervecita en el hotel

Mañana escribiré nuestro último día desde casa... Home, sweet home.


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