10 de noviembre: fabricando queso sin agujeros
Eah, parriba y a desayunar al Traditions, que es donde comimos. Hoy nos sirve una coruñesa con los típicos croissants y embutidos locales... Lo de siempre.
Y hoy toca bajar las maletas hasta el parking ¡Susto! ¡No se ve el coche! El tío estaba justo detrás de los árboles. Nos está asustando el colega demasiado. Y toca ver la fábrica de queso, que ayer no pudimos porque a la hora que fuimos no se veía a la gente trabajar...que si no los ves tampoco pasa nada.
Pagamos, audioguía y palante: hay 16 puntos donde te explican como se hace el queso, con cacharritos para percibir olores. Todo ello con los trabajadores abajo haciendo el queso... Chulo, pero un poco corto. Una curiosidad, a diferencia de lo que pensamos, el queso de Gruyères no tiene agujeros...
Y como nos lo han recomendado, vamos hacia atrás, a Gstadd, otra de las capitales europeas del lujo, del ski y del tenis. De los precios, ni hablamos y es por eso que nos extraña que el parking haya sido tan barato. Gstadd está en medio del parque de Gruyères y, como digo, derrocha lujo. Todas las marcas de postín tienen aquí su tienda: en realidad, un chalet y es prácticamente una sola calle, muy larga, que empieza en el parking y acaba en la carretera con las tiendas a los lados, claro. Lo dicho, lujo a raudales. Arriba, se ve una especie de castillo que tiene pinta de hotel.
Todo muy bonito pero en una hora lo has liquidado. Y vuelta atrás para volver a Gruyères, la quesería de por la mañana y coger la autovía otra vez para en media hora llegar a Friburgo, la ciudad medieval que es nuestro destino de hoy y donde haremos escala de tres días con base de operaciones en el Hotel Ibis Friburgo.
Aquí llegamos y hacemos el checkin, en portugués, porque la de la recepción dice que no tiene ni puta idea de inglés, mucho menos de castellano. Bueno, es lo que hay así que cogemos el coche y a la ciudad. Aparcamos en un parking de la parte de arriba en la Avenida de los Alpes y bajamos hasta el barrio medieval de Auge también conocido como la ciudad baja (Basse Ville). Estamos en la Friburgo originaria, donde nació la ciudad medieval y que mantiene su encanto y su origen prácticamente intacto. Más de 200 fachadas góticas, fuentes que son auténticas filigranas, y con nombres tan poéticos como lealtad, fuerza y valentía, pintorescas plazas y calles empedradas que invitan a los visitantes a callejear y a curiosear. Quizás el lugar más emblemático del barrio sea la plaza del pequeño San Juan, un lugar maravilloso con la fuente de San Jorge en el centro, flanqueada por nobles edificios, una torre defensiva y parte de los bosques que envuelven a la ciudad. No olvides visitar los tres puentes ni las vidrieras de la Catedral de San Nicolás con sus reliquias. Pero vamos, que todo se ve en una hora incluyendo la Iglesia de Notre Dame.
Desde aquí, se llega en un momento a la calle Lausanne que es la calle de las tiendas de por aquí. Se nos echó el tiempo encima para comer y todo está cerrado: es acojonante así que nos toca meternos en un garito de fast food, luego tomar un café al lado y meternos en el centro comercial de aquí para comprar una ensalada para cenar y desengrasarnos que el queso y el embutido pasa factura. Vamos, que como siempre a las siete hemos terminado y nos toca pasar la tarde en el hotel.
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