15 de noviembre: Lucerna

Hoy toca Lucerna. Un sitio menos. No es que estemos muy cansados, la verdad, pero es que ya echamos de menos nuestra casa, gentes, costumbres.... y los precios normales.

Lucerna, es raro pero es así, está al lado de un lago. Enorme, como todos, y con forma de herradura por lo visto.

Pues llegamos, directos al parking, previo chequeo del precio y nos ponemos a andar, preguntando primero a una nativa de por aquí cómo se llega al City Center: sencillo, todo recto y al llegar al río, lo cruzas. Pues eso, llegamos a la estación de tren, más trenes, y cruzamos el río por el famosísimo puente de madera, el más antiguo de Europa y bla, bla, bla... Nada más cruzarlo llegas al centro donde lo mejor es perderse por sus plazas y calles, a destacar la Weinmarket, y a seguir callejeando. El objetivo es llegar al león yaciendo, previa parada a comer: un sitio dedicado a la guardia suiza (el león, claro está, no la parada a comer). Volvemos al lago, al coche y a Zúrich

Un infierno el tráfico en Zúrich y una porra los tranvías. Lo digo porque llegar hasta el hotel fue un sufrimiento: está al ladito del rio, en todo el meollo y es sufrimiento cruzar con los tranvías porque cruzan cunado quieren, así como el millón de bicis y coches que hay. Y como no tienes ni puñetera idea de adonde vas por mucho GPS que lleves, pues terminas de los nervios. Si vas a Zúrich, coche caca.

Pero por fin llegamos, dejamos las maletas en la minihabitación y vamos corriendo al COOP a por la cena, que hemos visto que cierran pronto aquí. Hace frio y el peligro del tráfico se extiende a los peatones... Al otro lado del hotel se ve una torre con dibujos holográficos que debe ser el museo, mañana lo comprobaremos.

Ya tenemos la cena, nos vamos al hotel con el frio y nos tomamos una cervecita refrescante para dormir bien y preparar la última estancia en Suiza para mañana.


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