14 de noviembre: Mürren, buscando a 007

Ya he perdido la cuenta de los días que llevamos aquí en Suiza, entre lagos, ríos y quesos. Y hoy toca un poquito de escalada: bueno, lo que vamos a hacer es ir de excursión alpina. Cogemos el coche y nos vamos a Lauterbrunnen, pueblito alpino en el fondo del valle desde donde cogeremos un funicular y luego un tren para llegar a Mürren. El trayecto con sus vistas es alucinante a pesar de la niebla que no deja de aparecer y desaparecer.

Es otro pueblo alpino pero a 1700 metros de altitud. Como es lógico, casitas de madera, un poco de nieve, algunos guiris y nadie por la calle. En realidad son dos calles las que comunican la estación en donde hemos bajado con otra que te lleva al restaurante de 007 pero en estas fechas ya está cerrado y además aprovechan para hacer mantenimiento. Por cierto, subir al restaurante cuesta 100 euritos del ala así que no está de más pensárselo dos veces. Con ello, millones de fotos por el pueblo, a las montañas, la ardilla y demás y de vuelta al tren para coger el funicular para volver a Lauterbrunnen. Todo un lío pero es sencillo de hacer.

En Lauterbrunnen hay poco que hacer porque aparte de que es pequeñísimo, también tiene todo cerrado así que comemos en el único sitio abierto que hay: un par de hamburguesas con sus patatas y muy bien, por cierto. Tras la comida, nos volvemos al parking para coger el coche. esta vez solo son 9 pavos de nada. ¡Ah! Ha molado ver cómo la chica del restuarante ha echado a la calle a cuatro tontos que han entrado sin vacunar y por tanto sin pasaporte COVID... la pena es que en la terraza les han servido.

De vuelta al hotel le preguntamos a la chica de recepción que nos recomienda hacer esta tarde porque queda solo una hora de luz y hay que aprovechar así que nos manda a Boningen, un pueblito de al lado qeu en sí no es bonito pero tiene unas vistas y un paseo por el lago espectaculares. De él sale una carretera bordeando el lago hasta el siguiente pueblo pero ya tenemos suficiente agua por hoy y decidimos volver a Boningen a pasear por la playa del lago y hacer otro millón de fotos. Tras esto, comprar la cena, cervecita en el hotel y a descansar.





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