11 de noviembre; un helicóptero y un policía portugués
Otro día nuevo en Suiza y hoy ha vuelto a salir el sol. Desayuno típico de Ibis y al coche de nuevo. Hoy tocan Thun y Murten, cambio de planes. Y para hacerlo vamos primero a Thun, que es la más lejana de Friburgo pero en una hora estás allí, vamos. Repito que las distancias son muy cortas.
Aparcamos en un parking al lado del rio Aare y lo cruzamos por un puente para llegar a una calle llena de comercios. Cogemos a la izquierda y llegamos a un puente-esclusa-restaurante con la gente pescando: el agua es cristalina pero peces se ven pocos. Cruzamos por otro puente y llegamos a una zona llena de garitos que apuntamos para comer, la cruzamos y llegamos a la Rathausplatz, que la gente aquí ya solo habla germano. Pequeñita y chula, con los edificios más importantes y antiguos de la ciudad alrededor: están decorando con grúas un inmenso Árbol de Navidad que acaban de instalar. De frente salen los escalones de piedra que llevan al castillo: con tranquilidad y sin prisa se llega a la cima. Las vistas son maravillosas y tras una vuelta por el castillo toca bajar de nuevo. Tenemos que tener cuidado porque hay un helicóptero subiendo mercancía para una obra cercana con un cable enorme y acojona un poco... El ruido es ensordecedor, agobia mucho y retumba en toda la ciudad.
Bajamos por otras escaleras con alcantarillas en los escalones, bastante curioso, y llegamos a la calle principal que está llena de tiendas y a dos alturas: en la antigüedad tenían abajo las caballerizas y a las casas entraban por arriba. Ahora todo son tiendas.
Nos acercamos al Discount de aquí (como el Mediamarkt) a por una tarjeta de memoria: 45 pavos aquí, 15 en Amazon. Esto es Suiza.
Y volvemos a la plaza del ayuntamiento para salir al fondo a otra plaza con las murallas de la ciudad (de las que queda muy poco) y una torre que ahora es un restaurante. Una señora pierde el chupete del niño: se lo dejo encima de un arbusto.
Y como ya son las 12, nos vamos a los garitos del principio a comer... y la verdad es que es la mejor comida desde que hemos llegado: una hamburguesa con fries y sweet fries pero sin fritanga. Sonia, alitas. Todo muy rico. Se llama El Camino el garito.
Ya pagado el parking, al coche para ir a Murten. Y aquí estamos en media hora, que gozada de país. Aparcamos fuera de las murallas y un policía portugués muy simpático nos ayuda con el parquímetro y nos cuenta su vida: lleva 35 años aquí pero se vuelve el año que viene a un pueblo con los 2000 pavos que le quedan de pensión... 35 años, 2000 pavos... No sé si merece la pena.
Y entramos a la ciudad por la puerta de Berna, punto de entrada principal de la misma, a un mundo completamente medieval: casas engalanadas con flores, banderas y frescos en las fachadas. Soportales continuos dado abrigo a los comercios y enormes trampillas que dan entrada a los garitos de los sótanos. Precioso. Al llegar al final de la calle bajamos a la calle más baja para recorrerla, terminando en un termómetro/barómetro de piedra con vistas al lago. La leche.
Ahora salimos a la calle de arriba para subir a las murallas que protegen la ciudad por el norte: el lago lo hace por el sur. Son enormes y largas, cubiertas de madera con torres que miran al lago, lógicamente, con unas vistas de ensueño.
Bajamos las murallas y salimos por la puerta de Berna para bajar hacia la izquierda al lago, justo enfrente del embarcadero. Las casas de esta zona son alucinantes y el paisaje desde aquí, indescriptible. Se respira tranquilidad, solo perturbada por las gaviotas aterrizando y por un loco haciendo de Celine Dion en Titanic.
Con esto, casi anochece así que es mejor coger el coche y volver a Friburgo. El GPS se vuelve loco y no nos trae por la autovía sino por la comarcal, mucho más bonita pero con muchas curvas, trenes, pueblos... Pero llegamos, con un día precioso en la mochila y más aventuras para contar a nuestros followers.
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